El ombligo es el resultado de una cicatriz provocada por el cordón umbilical al perforar un conjunto de músculos llamado línea blanca que van desde el esternón al pubis. El bebé nace y le cortan el cordón umbilical, de ahí surgirá una marca para toda la vida que conocemos con este nombre pero, ¿es cierto que la forma que adopta es debido a cómo nos lo cortan y pinzan el cordón? Pues no. La forma que adopta el ombligo de cada uno se debe a la configuración de la musculatura abdominal. Dicha configuración muscular varía entre las distintas personas y es lo que provoca que haya diferentes ombligos, no sólo en cuanto a su forma, sino también en cuanto a su localización en el abdomen. Y, ¿para qué sirve el ombligo? Pues una vez que hemos nacido y el ombligo ha cicatrizado éste no sirve absolutamente para nada, así de fácil, aunque muchos se esfuercen en darle utilidad e incluso haya sido tema tabú hasta en el arte sacro durante siglos -ya que muchos artistas creyentes, especialmente renacentistas, tuvieron que luchar entre lo sagrado (¿tenían ombligo personajes como Adán y Eva?) y lo artístico (respeto a las formas)-.
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